Obstinados - Chapter 4 - CFox11 - 呪術廻戦 (2024)

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Capítulo 4: Devolución

Se levantó por inercia a la misma hora de siempre, sólo que esta vez le dolía un poco la cabeza y uno de sus pies también protestaba. Trató de acurrucarse en la cama una vez más al recordar que eran vacaciones, pero sintió la tela rasposa dándose cuenta que tenía arena en el cabello y el cuerpo le empezó a reclamar. Levantó las sábanas para encontrarse con la misma ropa de ayer y al pasar la mano sintió la arena cubriéndola. No recordaba cómo había llegado ahí.

Se quedó mirando al techo sintiendo un perfume a madera, pero sintiendo la brisa de mar en todo el cuerpo. Empezó a hacer un recuento de la noche anterior: todos arreglados en el salón, la comida, Mai y Momo pidiendo lo más caro, Gojo-san con su camisa blanca… y al recordarlo las manos le empezaron a sudar y el corazón se le aceleró cuando aparecieron recuerdos confusos de ambos en situaciones bastante comprometedoras.

Quiso pensar que era un sueño, no podía ser real, era imposible. Sin embargo, la arena que tenía en el cuerpo le decía que era tan real como la picazón que le producía. La cabeza le dolía y le daba vueltas con cada recuerdo nuevo que llegaba como flashes de luz. Arrepentida y avergonzada se tapó el rostro con la sábana cuando se fueron ordenando los recuerdos. Las miradas en la mesa, los bailes, el karaoke, el camino a su casa y la raíz de todo, las bebidas de Aoi.

Al principio sólo recordaba flashes de imágenes rápidas que bastaron para querer ahogarse entre las sábanas. Fue peor cuando quiso agarrar su celular de la cómoda y encontró los lentes de Gojo-san encima del peluche rosado con el que dormía y ahora estaba volteado como mirándola. Se sentó asustada pensando que aún estaba ahí, pero al estirar el cuello para ver el baño comprobó que no había nadie más.

Apoyó la cabeza en las rodillas, el dolor no era nada comparado a la vergüenza que le cosquilleaba en el estómago como un montón de pájaros queriendo salir. Agarró su celular para revisar sus mensajes y escribirle a su mamá cuando vio el mensaje que se había enviado Satoru. Se le dibujó una sonrisa tonta en el rostro lanzándose hacia atrás en la cama al ver los corazones por los que él había cambiado su nombre; “Soy Satoru Gojo, estoy en la playa”. —Sí, ya me di cuenta. —Dijo en voz baja con una sonrisa.

Entre las imágenes que recordaba se habían tomado fotos, aunque no recordaba si era con su teléfono o con el de él. Estuvo varios minutos jugando con el celular entre las manos, juntando fuerzas para ver lo que sea que hubiera en su galería, aunque definitivamente no esperaba eso. Sólo bastó la primera foto para que los recuerdos terminaran por completarse como si de una película muda se tratara, haciendo que la piel se le erizara, llevándose la mano a los labios, casi sintiendo nuevamente los besos compartidos.

Soltó un chillido ahogado de emoción y antes de envolverse en las sábanas se aseguró de que la puerta estuviera con llave para que nadie la interrumpiera mientras admiraba aquella imagen de ambos besándose en la arena. Revisó con calma cada una de las fotos, sonriendo al verse felices. Ni siquiera pudo eliminar las fotos borrosas, porque todas eran perfectas para ella. Sin embargo, esas imágenes eran demasiado personales y comprometedoras por lo que tuvo que hacerles una carpeta especial y guardarlas con contraseña para evitar miradas curiosas.

Las volvió a ver, ahora más animada, llevándose el celular al pecho y cerrando los ojos para recordar sus besos y su abrazo. Sintió su aroma envolviéndola y se preguntó si había pasado algo más, pero lo último que recordaba era a ambos echados en su cama conversando abrazados.

Dio vueltas en la cama, haciendo un recuento de la noche anterior, olvidando la vergüenza y disfrutando uno a uno los recuerdos mientras los ordenaba, hasta que recordó parte de la conversación antes de llegar a su casa y la sonrisa desapareció para ser reemplazada por sus ojos celestes de mirada triste “Sé que no le agrado a las personas”. No, eso no era cierto, a ella le gustaba y ahora sentía algo incluso más fuerte por él. Seguía siendo guapo y divertido, pero además había sido atento y cuidadoso con ella y encima le había dicho que su salida había sido especial, que ella no le era indiferente.

Se cubrió el rostro con las manos emocionada y recordó nuevamente su mirada triste. Ella quería cambiar esa mirada, quería verlo feliz, tanto como él la había hecho a ella, que supiera que ella disfrutaba de su presencia y su compañía. Que era especial para ella también y no sólo una cara bonita.

Revisó su cama y su cómoda nuevamente por si le había dejado una nota o algo más pero no encontró nada. Se levantó, sintiéndose ligera a pesar de la molestia en el pie, segura de que estaba flotando. Se estiró y dio pequeños saltitos con una sonrisa que no podía borrar ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Le escribía? No, mejor no. Algo en sus recuerdos le decía que había estado muy insistente, era mejor que él tomara la iniciativa ¿Estaría aún ahí? Si tenía suerte quizás se lo cruzaba en el desayuno ¿Qué iba a hacer? ¿Tendría el valor para verlo a la cara después de lo que pasó?

Fue al baño para preparar la ducha, primero tenía que limpiar el cuarto salpicado de arena, aunque en el fondo quería dejarlo así para no olvidar lo que había vivido con él. Se vio al espejo y tuvo que ahogar un grito cuando vio las marcas que tenía en la base del cuello. Se las tocó y se sacó el polo para ver si tenía alguna más, pero sólo eran esas. Se quedó viéndolas hipnotizada y con una mezcla extraña de emociones de vergüenza, alegría y una euforia desconocida hasta ahora. Cerró los ojos para recordar el momento, sintiendo cosquillas en la piel y deseando volver a experimentar aquellas sensaciones que le aceleraban el corazón. Se mordió los labios pensando si la ropa la cubriría o si habría alguna forma de disimularlas. Sus amigas sabían más de estas cosas, pero no podía preguntárselo sin levantar sospechas.

Estuvo un buen rato en la ducha lavándose el cabello, la ropa y sacando la arena del cuarto hasta que no quedó rastro. Antes de salir vio una vez más las fotos y le tomó fotos al peluche rosado con los lentes antes de agarrarlos. Los revisó y con una sonrisa se los probó ¿Podía ver algo con esto? ¿Cómo podía usarlos de noche si aún ahora con el sol no podía ver nada? Se los quitó para limpiarlos y se los regresó al peluche para dejarlos tal cual lo hizo él.

Revisó su celular y el estómago le reclamó cuando no encontró ningún mensaje, los pájaros que había sentido en la mañana empezaban a desaparecer. Necesitaba saber que pasaría ahora. Cuál sería el resultado de todo eso ¿Habría algo más o todo quedaría solo en esa noche? El sólo pensar en la segunda opción hizo que se sintiera peor y el cuerpo le empezó a temblar. Se puso el polo con el cuello más cerrado y por si acaso una bufanda ligera a pesar del sol que amenazaba con salir con fuerza.

Fue al comedor, pero sólo encontró algunos asistentes. Mientras tomaba un té caliente, alcanzó a escuchar algunos gritos en el patio y supo que Tokio aún estaba ahí ¿Estaría él con ellos? El celular seguía sin mensajes y cuanto más pasaba el tiempo, más confirmaba que no habría buenas noticias, sentía a sus pájaros de felicidad morir uno a uno en su estómago.

Los recuerdos seguían dando vueltas en su mente: era ella quien lo había buscado, ella quien había insistido y quizás ella también quien lo había metido al cuarto. Se tapó la cara con vergüenza. Probablemente él sólo le había correspondido para no humillarla. ¿Qué más podía esperar de él? Satoru Gojo era el hechicero más importante, no tenía ningún motivo para perder el tiempo con una estudiante de tercera categoría.

Lo mejor era regresar a su cuarto y preparar las cosas para ir a su casa. Ya no quería saber más del tema. De sólo pensar en su actitud de la noche anterior se le caía la cara de vergüenza. Salió del comedor y cuando estaba cruzando el lobby para ir a las habitaciones se encontró de cara con el grupo de Tokio y con él. Llevaba una camisa celeste con un polo de cuello alto debajo y un pantalón casual.

Quiso apurar el paso, pero Itadori e Inumaki la saludaron sin dejarla avanzar. —¡Miwa-san! Qué bueno verte por aquí ¿Siguen en la escuela? Pensé que salían de vacaciones.

—¡Salmón! —Inumaki movía la cabeza y aunque no estaba segura, parecía que le sonreía.

Ella lo vio nerviosa ¿Cómo había hablado con Inumaki si sólo hablaba de comida? Recordaba haber bailado con él varias veces ¿Acaso habría pasado algo similar que con Gojo-san? De solo pensarlo se le revolvió el estómago y apenas pudo devolverle un saludo con la cabeza para luego ignorarlo.

—¿Por qué estás acá? ¿Te vas a quedar? Nosotros nos quedamos unos días más, iremos a visitar algunos lugares ¿Quieres venir con nosotros? Quizás nos puedas recomendar algunos restaurantes y… ¡Ay! Kugisaki ¿Qué pasa? Me estás haciendo doler…

Gojo se abrió paso poniéndole una mano en la cabeza a Yuji. —Tranquilo Yuji, déjala respirar. La traje aquí ayer porque no tenía su dirección. Vayan a prepararse, ahora los alcanzo. Ella siguió camino a las escaleras mientras los demás se iban, cuando escuchó su voz. —Miwa, ven un momento por favor.

Volteó a verlo y al ver su semblante serio supo que todas sus ilusiones acababan ahí. Ella lo siguió en silencio y entraron al primer aula vacía que encontraron. Él se apoyó en el escritorio del profesor mientras ella siguió avanzando. —¿Por qué te vas tan lejos, tienes miedo?

Se volteó mirando al suelo, esquivando su mirada, aunque tuviera puesta la venda. Cómo le decía que quería poner la mayor distancia posible porque no quería que la viera cuando se pusiera a llorar. Retrocedió sobre sus pasos y se apoyó en el pupitre frente a él. Se acomodó el cabello detrás de la oreja por los nervios y se quedó viendo las persianas a medio cerrar.

—¿Cómo estás?

—Bien. —Dijo con un hilo de voz. Los ojos le empezaron a picar y ella se raspó uno de los párpados. Una sensación de vacío se apoderó de ella.

—¿Segura? ¿No te duele la cabeza?

—Sólo un poco cuando me levanté, pero ya se me pasó. Sólo fueron dos vasos. —¿Por qué tenía que mencionar eso, por qué? Ahora ni siquiera podía echarle la culpa al alcohol o la resaca. Apretó los labios frunciendo el ceño apenada y volvió a acomodar el mechón detrás de la oreja.

Hubiera preferido que le dijera todo lo contrario; que le dolía mucho la cabeza y que quería descansar, así hubiera podido esquivar el tema y convencerse que no recordaba nada o muy poco. Apenas tenía una ligera sombra morada bajo los ojos y así no le dejaba opción. —Realmente te ves muy bien.

Las mejillas pálidas se tiñieron de un rosa suave. No lo dijo con doble intención, pero el verla ruborizada le recordó los juegos de miradas de la noche anterior. Aún ahora reaccionaba igual y no era el alcohol haciendo de las suyas; era ella y al darse cuenta sintió una punzada en el pecho por lo que iba a hacer.

—¿Qué es lo que recuerdas de anoche?

Sabía por qué la había llamado, pero no pensó que fuera tan directo, aunque era mejor terminar rápido con eso para así largarse a llorar a su cuarto. —Casi todo. No recuerdo completamente las conversaciones y algunas partes son vagas, pero sí recuerdo lo que pasó desde el restaurante hasta que llegamos… a mi cuarto. —Su palidez había desaparecido para dar paso a un rubor que se tornaba más intenso cada vez. Se empezó a morder los labios y a jalar la bufanda que colgaba, apretando la piel de su cuello como lo había hecho él la noche anterior. Quería decirle que no lo hiciera, que no se lastimara, agarrarle las manos para detenerla, pero no podía. Su deber era mantener la distancia. —Yo… No tiene de qué preocuparse, no le diré a nadie. Discúlpeme por favor… No debí, abusé de su confianza… yo no…

No pudo más, le iba a poner la mano en los labios, pero a último momento se arrepintió y la puso en el hombro. —No, al contrario, quien debe disculparse soy yo. Yo debí cumplir con mi responsabilidad y dejarte en tu casa o traerte aquí al colegio. Fui yo el que se excedió contigo. Era mi obligación…

¿Tú obligación qué, idiota? —Una voz conocida le resonó en la cabeza —¿Era tu obligación rechazarla y humillarla? O ¿Seguir enterrando tus emociones para mantener una imagen que no quieres ser? —La voz que había cobrado vida hace unas horas hacía acto de presencia nuevamente. Esta vez se rehusaba a regresar a su profundo sueño y por la energía que sentía en sus palabras parecía que no le iba a poner las cosas fáciles.

—También fue mi decisión, no fue solo usted.

Ambos cruzaron miradas. No era necesario que viera sus ojos porque igual sentía su mirada traspasándola. Se repetía la conversación de ayer. Bajó la mirada avergonzada.

—Eres muy amable, pero lamento contradecirte porque tú estabas indispuesta y el responsable por ti era yo. Me tomé libertades que no debí y que te pueden perjudicar…

La vergüenza se convirtió en molestia al escucharlo. Le fastidiaba que la tratara como una niña y le recordara que había tomado. Sí, lo había hecho, pero no había estado tan mal como él decía, cualquiera que lo escuchara pensaría que estuvo cayéndose y no era así, la prueba era que estaba ahí parada y no durmiendo. Hablaba como un profesor más, cuando él ni siquiera parecía uno, ni por su físico, ni por su comportamiento. No quería que fuera condescendiente. Ella siempre supo lo que hacía y no le importó, lo único que hizo el coctel fue darle el valor para hacerlo. —No es necesario que se responsabilice por todo. Ya le dije que no le diré a nadie. —Lo cortó molesta y se sintió extraña cuando lo vio sorprendido con la boca semi abierta. —Si le preocupan sus lentes los tengo arriba y si es por lo del celular no me molesta.

Anoche había sido un mar de dulzura y amabilidad y ahora lo sorprendía su indiferencia. Estaba acostumbrado a ese trato viniendo de los demás, pero que ella lo hiciera después de lo que pasaron, le molestó. Se sintió estúpido e ingenuo. —¿Y qué esperabas si la tratas como una niña? Tú ni siquiera te comportas como alguien de tu edad, sigues tratando de vivir tu adolescencia junto a tus alumnos. —Ahí estaba la voz otra vez, esa voz que había nacido anoche y que ahora debía callar, regresarla a su lugar. Y con respecto a ella, su actitud le ponía las cosas más fáciles, era su oportunidad para corregir el detalle que se le escapó. —No. Puedes hacer lo que quieras con los lentes y con lo del celular me refiero a las fotos ¿Las borraste?

Fue su turno para sorprenderse. No, las fotos no, ese era el mejor recuerdo que podía tener. No las podía borrar, porque si lo hacía todo quedaría en su memoria y con el tiempo se disolvería hasta desaparecer. Negó con la cabeza y los labios apretados, los ojos le empezaron a arder con fuerza.

—Tienen que irse, si no ambos tendremos problemas y tú vas a ser la más perjudicada si alguien más las encuentra. Hazlo ahora, por favor.

Ahí estaba el recordatorio de su diferencia nuevamente. Él no tendría consecuencias porque era Satoru Gojo, el hechicero más fuerte, mientras que ella sólo era una mocosa prescindible, para él y para el mundo de la hechicería. Y pensar que hace unas horas estaba dispuesta a darlo todo por él, a buena hora la había detenido porque si no se sentiría peor de lo que se estaba sintiendo ahora.

Sus palabras le dolieron y el corazón empezó a golpear despacio y fuerte contra su pecho como queriendo salir. Llena de cólera sacó el celular e ingresó la contraseña del archivo que había guardado con una carita sonriendo. Entró y al ver aquella foto de ambos, se le encogió el corazón y no pudo hacerlo. Se quedó viéndola hasta que los ojos se le nublaron y la mano le empezó a temblar. Le había confesado lo que sentía por él. Él le había dado vida a una parte de sí que no conocía; alguien más valiente y segura de lo que quería. Alguien libre de mostrarse como era. Había sido feliz con la ilusión de ser correspondida en sus emociones, de pensar que era especial para alguien. Y ahora todo quedaría en el olvido. Una lágrima se le escapó y tuvo que voltear para intentar disimular.

—Yo lo hago. —Le tomó el celular y se arrepintió de tocarla. Su mano suave estaba fría y él quedó congelado al ver la foto que tenía ante sí. El corazón le empezó a latir con fuerza y tuvo dificultad para pasar ¿Cómo podía borrar aquel momento de felicidad? Se quedó hipnotizado viendo la imagen de esas dos personas besándose. No eran ellos, no era esa joven que lloraba y ese hombre que la hacía llorar. Pasó a las siguientes para ver si podía comenzar con esas, pero a cada que pasaba se le hacía peor. Eran dos jóvenes felices en la playa ¿Por qué él no podía tener lo que ellos tenían? Y por primera vez sintió envidia de esa felicidad.

Lo había intentado. Había creído engañar al tiempo para robarle un par de horas y el único engañado había sido él porque un par de horas no habían sido suficientes. Tenía la oportunidad frente a él. Ella le había dicho lo que su corazón había buscado sin saberlo. Le había hecho sentir valioso e importante, había reconocido su esfuerzo. Abrió la puerta de libertad que él había cerrado. Había sido feliz con alguien mimándolo y preocupándose por él. La mente se le nubló al verla llorando y tratando de aguantar las lágrimas que le seguían, eso le confirmaba que a ella le importaban esas fotos tanto como a él.

La tomó de la mano para devolverle el celular y ella volteó a verlo con esos ojos grandes y azules que brillaban con tristeza, la nariz y las mejillas sonrojadas por las veces que ella se las restregó, la boca roja e hinchada de tanto apretarla para aguantar los sollozos. Tenía una batalla dentro de sí y sólo atinó a jalarla despacio para darle un abrazo inocente.

Ella guardó el teléfono sin verlo y se acomodó entre sus brazos. Le salieron un par de lágrimas más al pensar que esa sería la última vez que podría estar así de cerca de él. Se pegó a su pecho buscando su aroma, el mismo que tenía en su cuarto, y en su lugar encontró los latidos de su corazón tan fuertes como un tambor ¿Siempre sería así? Le puso una mano en el pecho para tratar de calmarlo.

Él tenía la cabeza apoyada en su hombro y empezó a acariciar su cabello, tan suave como el vaivén de las olas en los que jugaban hace unas horas. Apretó sus párpados bajo la venda para olerlo hundiéndose más y más en él hasta chocar con su cuello, sintiendo como ella se echaba a un lado para dejarle espacio, mientras lo abrazaba.

Pasó la nariz por su piel y la sintió estremecerse. Estaba a punto de separarse cuando sintió sus manos acariciando su cabello y ya no pudo pensar más. Le dio un beso y luego otro, siguió bajando hasta jalar el polo para continuar su camino y vio las marcas que le había dejado la noche anterior.

Sintió sus besos erizándole la piel una vez más, los pájaros de felicidad en su interior despertaban del sueño y revoloteaban contentos por su cuerpo. No importaba que le hubiera borrado las fotos, lo tenía nuevamente con ella y a plena luz del día. Sin excusas ni confusiones. Esta vez ella no lo había buscado. Lo sintió detenerse, pero ella quería que continuara. Volteó el rostro y le dio un beso cerca a la oreja haciendo un camino de regreso a su boca, hasta llegar a la comisura de sus labios mientras le subía la venda.

Se vieron unos segundos antes de cerrar los ojos y juntar sus labios nuevamente. Ella sintió sus labios suaves, dándole besos pequeños reconociendo la boca del otro. Él bajó las manos a su cintura para acercarla más a él y ella lo recibió en su boca abrazándolo con más fuerza para compartir aquellas aves de alegría con él.

Acarició su rostro mientras él pasaba la lengua por sus labios, jalándolos suavemente con los suyos mientras metía sus manos tibias debajo de su polo. Ella quiso hacer lo mismo, pero él llevaba un polo de cuello, así que bajó una de sus manos para jalar el polo y buscar una entrada para tocar la piel de su abdomen. Dudó un momento y sintió la mano de él sobre la suya guiándola para que lo tocara. Sintió su abdomen firme y los músculos marcados.

Él salió de sus labios dejando un recorrido de besos hasta la base de su oreja donde empezó a lamer y jalar el lóbulo mientras susurraba con culpa. —Esto está mal… esto está muy mal…

Sintió aflojarse el agarre en su cintura y fue el turno de ella de repetir sus caricias como si fuera un espejo. Susurrándole al oído. —No… está bien, yo quiero esto… yo quiero, por favor... —Pasó su mano por sus abdominales hasta llegar a su pecho y descansar en su corazón.

Se separaron un momento para verse una vez más. Ambos agitados, ella con las mejillas sonrojadas y él con el polo a medio levantar bajo la camisa desordenada. Ella sacó la mano de su pecho para acariciarle el rostro, pasando los dedos sobre sus ojos para tocar sus pestañas y volvieron a perderse en los brazos del otro mientras se besaban.

Tocaron a la puerta y ambos se separaron inmediatamente tratando de acomodarse la ropa y el cabello.

—Bendito seas por tocar la puerta Yuji Itadori, que niño más educado… —murmuró bajito.

—Gojo-sensei ¿Está aquí?

Él volteó a ver a Kasumi que se había acomodado el cabello y el polo y veía hacía la ventana apoyada en un pupitre, lejos de donde habían estado.

—Sí, pasa ¿Qué sucede?

El muchacho abrió la puerta, ajeno a lo que acababa de suceder. —Ya se acerca la hora del almuerzo ¿Vamos a comer aquí o saldremos? Los de segundo ya se fueron.

—Vamos a comer afuera como les dije ¿Ya están listos?

—Kugisaki sigue cambiándose, pero Fushiguro y yo ya estamos listos.

—Ahora voy con ustedes. Tenía unas cosas que hablar con Kasumi.

Ella seguía de espaldas a la puerta jugando con su chalina. Itadori los vio a los dos. —Miwa-san ¿Quieres venir con nosotros? Sensei ¿Puede venir?

—¡Sí, por supuesto que puede venir! ¿Qué dices Kasumi? ¿Quieres venir con nosotros? —Dijo con una sonrisa más grande y efusiva de lo usual.

Ella volteó despacio. —¿De verdad? No quisiera molestarlos.

—¡Para nada! Nos gustaría que nos acompañes. —Gojo le sonreía detrás de Itadori asintiendo.

—Está bien entonces. Pero ¿Me pueden dar unos minutos para arreglarme?

—Estaremos en el lobby con Fushiguro ¿Sensei viene con nosotros?

Gojo lo empezó a empujar de vuelta fuera del salón. —Sí, ahorita los alcanzo, termino de hablar con Kasumi y voy. —Le dijo, esperando que diera un par de paso antes de cerrar la puerta esta vez con seguro.

Ella se acercó sonrojada, para salir. —Discúlpeme, yo… yo no soy así. Esa no era yo… yo, no sé qué me pasa… Creo que lo mejor será que no vaya.

Él hizo una mueca entre decepcionado y resignado. Le tomó de las manos. —No, yo soy quien debe pedir disculpas, estoy haciendo todo mal… Sólo quiero saber ¿Esa no eres tú?

Su voz volvía a tener ese tono triste y sus gestos también a pesar de que estaba sonriendo. Le quitó la venda de los ojos una vez más y volvió a ver esa mirada melancólica a pesar de tener los ojos más increíbles que hubiera visto. Él le gustaba hace mucho tiempo, había soñado con él y ahora lo tenía frente a ella como un niño pequeño. Anoche había sido feliz, la había hecho sentir especial y ella quería hacer lo mismo por él, quería quitar esa tristeza y soledad de su mirada ¿Por qué no podían darse una oportunidad?

Ella le tomó el rostro entre las manos peinando sus mechones blancos y le dio un beso para continuar el que Yuji había interrumpido. —Todo está bien… esa soy yo… soy yo.

Notas:

Gracias a todos por sus comentarios, sus votos y a los nuevos seguidores :D

Hoy iba a ser noche de “La Estrella en el Cielo”, pero hoy en la mañana se me vinieron unas ideas y necesito ponerlas (realmente empiezo a creer que mi cerebro está diseñado para inspirarse cada dos semanas XD)

Así que en compensación sale Obstinados, el próximo capítulo si está a medias, así que se tomará una semana, cambiando lugares con La Estrella en el Cielo.

Bueno, creo que no hay mucho por decir. Ni Gojo ni Miwa son expertos en borracheras como quien les habla XD

Kasumi no tomó mucho y lo que tomó fue un trago fino (porque el restaurante donde los llevó Gojo era fino) además Mai la cuidó bien, así que es normal que recuerde casi todo.

Ahora toca pensar como encaminar esto por el camino del canon, porque sí, quiero ir por el canon para arreglar los estragos que causa el minimo. Tengo algunos cabos sueltos y tengo que decidir algunos caminos con suqlo, Kenny y toda esa batería seria. Y sobre todo con la técnica o no técnica de Miwa! En la Estrella en el Cielo ya está super decidido lo que pasará, PERO aquí no sé si funcione la misma idea, quizás variarla un poquitín. Necesito cocinar. Si tienen alguna idea o sugerencia de lo que quisieran que pase es bienvenida.

Y como expliqué en el capítulo anterior, me he inspirado en la canción El Préstamo de Maluma baby xD será mi muso xD y varios capítulos tendrán el título de partes de la canción xD déjenme ser feliz XD quiero hacer algo así como una historia en base a las estrofas/frases/partes de la canción, aunque no será la única pero sí la más importante. Capaz y hasta me inspiro en su discografía jajajajaja dejénme ser feliz y maldición de perro chino a quien copie xD

En fin, tarea para la casa: ¿Satoru llegó a borrar las fotos? ¿Quién es esa vocecita que ha cobrado vida?

¡Gracias por pasar a leer! Un abrazo

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Name: Sen. Emmett Berge

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Job: Senior Healthcare Specialist

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